martes, 19 de agosto de 2008

Domesticar el suelo

Desde la entidad que preside, Jorge Molina desarrolla un intenso y silencioso trabajo a favor de la conservación.
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Saint-Exupery seguramente hubiera coincidido con el Ing. Jorge Molina en el objetivo que desde 25 años moviliza a la Asociación Amigos del Suelo domesticar las bacterias.
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En un mundo demasiado preocupado por batir records, el mensaje del Ing. Molina suena como un llamado de atención, como una poderosa alarma para los sensatos.
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“Lamentablemente lo que no podemos producir es sentido común”, reflexiona este hombre entrecano, de mirada vivaz y réplica rápida, que trabaja diariamente en Obligado 1400, en el mismo edificio que salieron dos premios Nobel: Houssay y Leloir.
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Sin embargo pocos saben la tarea que encaran con genuina vocación de servicio, los integrantes de la Asociación Amigos del Suelo.
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La entidad fue años atrás el punto de partida de los grupos CREA.
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“El trabajo inicial de CREA estuvo fundado en la utilización plena de los microbios del suelo, como en el caso de la recuperación de las tierras salitrosas” puntualiza Molina.
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La canasta del año 2000 .
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Jorge Molina obtuvo en 1981 el premio ROLEX destinado a la investigación.
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Sus trabajos han dado la vuelta al mundo y, sin embargo, encuentran escaso eco en la órbita oficial. En este tema como en tantos otros, parece cumplirse aquello de que nadie es profeta en su tierra. Pero Molina no claudica.
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“El precio de la canasta familiar del año 2000 depende del control que hagamos hoy de la erosión del suelo”, es una de las frases contundentes.
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Otra reflexiones de este lúcido investigador apuntan a ala posibilidad de solucionar un viejo drama argentino: las inundaciones.
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Según el especialista, “las inundaciones pueden ser perfectamente controladas si en la mayor parte de las cuencas laterales se ha procedido de forma tal que pueda lograrse que el agua se infiltre en el lugar que cae”.
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Más aún las lluvias intensas pueden ser absorbidas por suelos agrícolas o ganaderos en buenas condiciones.
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Un ejemplo de este proceso, citado por el Ing. Molina, fue la operación Guardachuvas, que hizo posible el rescate de 90.000 hectáreas en Río Grande Dósul.
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Con las herramientas de la bioingenieria se han puesto en marcha proyectos ambiciosos.
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Como el desafío al impenetrable de Santiago del Estero.
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” Cuando llegamos allá encontramos 1500 vacas flacas, ahora hay 20.000 animales fuertes”.
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La afirmación es categórica y están las cifras para confirmarlo:” nuestro trabajo ha permitido incorporar más de 20 millones de hectáreas al patrimonio de la agricultura y ganadería Argentina”.
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Los alcances de la domesticación de las bacterias resultan difíciles de predecir.
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Según Molina todos los suelos son recuperables.
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Desde los pantanos del Matto Grosso hasta los llanos del Orinoco o el oeste de la Pampa.
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La pregunta parece inevitable
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¿ y la Patagonia?
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“La Patagonia también puede domesticarse.
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Si los canadienses producen 15 millones de toneladas de trigo con solo 5 meses sin nieve, ¿cuántas cosas se podrían hacer en el sur?
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Este es el mensaje esperanzado de un hombre optimista que cree en la iniciativa privada.
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“Nuestros profesionales ocupan un lugar de liderazgo en el mundo entero. de los 10 mejores arquitectos seleccionados el año pasado en EE.UU. 5 eran argentinos.
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De los 1200 trabajos presentados a uno de los premios ROLEX resultaron 200 finalistas, 20 eran argentinos.”
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Gente pensante que espera su oportunidad como el Ing. Jorge Molina, experto en bioingeniería y domesticar bacterias.
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Uno de los 5000 millones de habitantes de la tierra que luchan para que Chernobyl no se repita jamás.

DINAMICA RURAL

Soluciones para el “piso de Arado”
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En la explotación chacarera Argentina el “piso de arado” es uno de los principales “cuello de botella” más aún, si tuviéramos que decir cual es el principal factor limitante de la producción agrícola, no vacilaríamos en echarle la culpa.
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En el Chaco, Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos y ahora en Salta y Jujuy estamos encontrando que para aumentar la producción de algodón, trigo, maíz, lino, girasol, tabaco, caña de azúcar, etc. hay que eliminar el piso de arado.
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Aparentemente la solución es muy fácil, basta con arar a mayor profundidad para lograrlo, los hechos parecen probar esta idea.
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Cuando se trabajaba con arados tirados por caballos el piso de arado era más superficial que ahora.
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El empleo de tractores permitió arar a mayor profundidad y aparentemente desapareció el problema.
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Los rendimientos aumentaron verticalmente y todo pareció quedar solucionado.
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Pero las cosas no eran tan sencillas, al cabo de unos pocos años el piso de arado se formo de nuevo a unos pocos centímetros más abajo y recomenzaron los problemas.
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Evidentemente se pudo seguir arando más profundo pero cada centímetro más de profundidad significa muchos pesos de costo adicional por hectárea, además en muchos suelos la profundidad de las aradas con reja trae a la superficie la greda del subsuelo.
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Cuando ello ocurre, la producción del campo baja verticalmente, con piso de arado o sin él.
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Conocemos el caso de un campo de Pergamino, en que una arada muy profunda trajo como consecuencia la casi esterilidad de un potrero por más de 20 años.
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Como vemos no es una solución muy aconsejable.
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Las técnicas más recientes insisten siempre en el aspecto mecánico.
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